martes, 23 de noviembre de 2010

Una mañana feliz.

Que rico es bañarse. Salir de casa en una mañana con un sol posándose en el horizonte. Prender un cigarrillo voltear la mirada del horizonte hacia un costado, a lo lejos la Industria a más no poder. No se ve feo, se ve algo impresionante como contrasta las enormes calderas y estructuras ante los cerros aledaños, quienes muestran un verde hermoso. Un aire exageradamente limpio y una brisa que ondula mi pelo al caminar.

El cerro del fraile con todas sus fallas relucientes. No había visto un cielo tan limpio en García desde mi llegada. Mientras iba al trabajo en mi casi tradicional caminata matutina de 45 minutos veía todo alrededor con agrado. No dejaba de apreciar el cerro y por un momento recordé que me hubiese gustado ser geólogo. Bueno, la verdad esa falta de ser algo es porque siempre he querido ser algo, medico, geólogo, físico, filósofo, escritor, músico, astrónomo, historiador, etc. Tengo poco de todo y con eso me basta, por algo me agrada platicar con la gente, claro, siempre y cuando sea interesante.

Así, mientras caminaba recordé a mis amigos, y me reí un poco por los flashazos que se me vinieron a la mente.

Así sin más, en mi caminada una mariposa se me atravesó. Vi alrededor y me di cuenta que era una mariposa solitaria.

En los últimos 10 minutos de mi recorrido, un perro se me pego. Se me adelantaba y me esperaba a que llegase con él. Así me acompaño por varias cuadras. Por un momento pensé en adoptarlo, pero se veía tan inteligente que la calle no sería problema para él. Lo bonito del perro haría que la gente lo tratase bien por las calles. Algún día me lo topare y lo saludare.

Así fue mi mañana feliz. Sin tráfico, sin corajes, sin noticias, sin internet, sin face, y con toda la tranquilidad del mundo para dirigirme al trabajo.