jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi jacalito. Butaca de primera fila en el teatro de guerra.

Nuevo León. En el jacalito de Don Panchito, en las faldas de un cerro el descansaba como era costumbre en su mecedora. No era un rancho de trabajo. Solo había en el lugar uno que otro árbol plantado y era usado por los familiares de Don Panchito para pasar de vez en cuando un fin de semana.

Cierto día, Don Panchito se disponía bajar el cerro y le había mencionado que haría la travesía a su hijo, desde su celular. Era normal que avisara debido por la larga caminata que se le vendría encima, de un par de kilómetros.

Apenas bajando Don Panchito percibió el mejor espectáculo que haya visto en su vida. Una serie de ráfagas de metralleta se escuchaban en la planicie debajo del cerro. Pudo observar como varias camionetas de reciente modelo levantaban un una polvareda dificultando la visibilidad de lo que pasaba a Don Panchito.

De pronto casi al momento, pudo notar que a la escena un par de helicópteros llegaban y con cohetes anulaban el seguimiento de las camionetas. Una masacre se estaba dando.

De rato se hizo la limpia, camionetas del ejercito llenas de cuerpos viajaban por la terracería. A algunos de los cuerpos les faltaban algunas extremidades. Se dijo entre los lugareños que fueron alrededor de 50 muertos, todos de malitos, ninguna baja del ejército.

Ante los medios presentaron el mayor arsenal jamás confiscado a nivel nacional al crimen organizado. El único muerto presentado fue del tipo que se encontraba en el baño mientras sucedían los hechos. Todos sus compañeros alcanzaron a subirse a las camionetas y este fue ejecutado por las tropas de tierra. Nunca se dijo de tal masacre.

Ante los hechos. ¿Quien es el estúpido que pide la renuncia de Medina? Dense a la idea que es una guerra. A Don Panchito le cayó el veinte al ver explotar esas camionetas por los certeros cohetes de los helicópteros.