miércoles, 27 de julio de 2011

Chavo Jones. Juan Abrego y el horror citadino.


A Juan Abrego lo conocen como uno de los personajes principales de la Serie “Un Día en la Presa”. Personaje muy patético por cierto.

Este post esta basado en el por diversas circunstancias, la principal es definir su grado de psique ante la vida citadina. Es importante aclarar ello debido a la relación que tiene su relato con los fantasmas y con un desorden psicológico de su persona. Lo anterior dado como ejemplo de lo maravilloso que es la mente, tan creativa y tan destructora.

Es importante para los buscadores de tesoros diferenciar entre un estado de paranoia y un estado real de las cosas de lo que lo rodea. Claro esta que para llegar a la paranoia existe un lecho muy frágil, cuando no se esta acostumbrado a ver fenómenos paranormales, que igual la mente desarrolla circunstancias peores de las que la vida real nos muestra.

Juan Abrego es un dibujante freelance de comics, (tengo entendido) coleccionista de comics (tengo entendido), “mujeriego” (difiero de ello), y empleado de una empresa logística. Hace años, tuvo una experiencia en palabras de el, paranormal.

Solitariamente caminaba en una noche al parecer de otoño por la Macroplaza. Oriundo de Veracruz, Abrego se sentía un poco solo al llegar a la ciudad. Se hizo de amigos que de entre ellos se encontraba el Balta. Creo que me salgo del tema, no se trata de la biografía de el, sino de su experiencia.

Caminaba solitariamente por la Macroplaza. El vivía en la ciudad de San Pedro y en la actualidad aun así es. No tengo referencia de que unidad de transporte publico lo llevase a San Pedro, pero tengo entendido que el se dirigía hacia su hogar. Caminaba y decidió placenteramente y sin ningún reproche a peligro alguno, llevar su andar por el parque hundido.

El parque hundido es una sección central de la macroplaza que esta a desnivel y de ahí su nombre. En sus paredes, hay arbustos que en algunas zonas cubren en su totalidad lo que hay detrás de ellos.

Abrego bajo las escaleras y no tardo mucho en llegar caminando sobre el parque hundido, que sintió la presencia de una persona. El camino y volteo. No vio nada. Siguió y más delante al sentir de nuevo la mirada volteo y vio una persona a lo lejos que se detenía. Así, esa situación se volvió repetitiva. Abrego caminaba y era seguido por esa persona que aun no llegaba ver bien a bien, debido a la oscuridad.

Camino ya por la Macroplaza y aun seguía la persona detrás de el. Asustado ya de la acción, -misma situación que lo llevo a futuro a aprender diversas disciplinas marciales- opto por dirigirse al colectivo que lo llevaría a su casa.

El ya aliviado de la presencia se subió al transporte público. Cual fue la sorpresa que la persona que lo seguía se subió a la unidad. Abrego manifiesta no haber visto que el tipo pagase su importe ante el chofer, que igual si lo hizo, o igual no. Así, Abrego se dirigió hasta su domicilio y su miedo crecía constantemente.

Llego a la parada de donde se bajaba por su casa. Cual fue la sorpresa de el, que el tipo que lo seguía también hizo lo mismo. Lo siguió de igual manera como en la Macroplaza rumbo a su domicilio.

Abrego caminaba cada vez más rápido. Calle tras calle se imaginaba lo peor. El sabía, que lo que lo seguía no era una persona normal, sino que era un fantasma. De ello lo dio por hecho, desde que se encontraba en el Parque Hundido. Así, con tan ímpetu forjado por el miedo, entro a su casa y cerro muy bien la puerta. Rápidamente se dirigió a su cama y apago todos los focos.

Frio del miedo, agarro su cobija y cubrió su cuerpo solo dejando un espacio para mirar hacia la ventana.

Esa es la historia de Abrego. Simple, emocionante, pero con muchos errores para considerarlo dentro de un fenómeno paranormal.

A continuación, el análisis del relato anterior.

CONTINUARA…