domingo, 23 de octubre de 2011

Fin de semana Regio.

Viernes. Mucho trabajo sin trabajo (Larga historia)

Después de una semana ardua llena de tensiones laborales donde tanto el diseño, peligro, logística y demás que conllevan el apoyo que le ando dando a un amigo de San Nicolás me doy a la idea que necesito unas cheves.

El miércoles pasado lo olvide, pensé que cumplía años el sábado y era el viernes, es por ello de la reunión de esa noche entre amigos organizada por una querida amiga. Organización sin organización (Larga historia)

La reunión seria en territorio hostil. Dos Ríos en las inmediaciones. Muchas quejas por la distancia y sobre todo por la peligrosidad no por la zona, sino por toda Guadalupe.

Así, el Regio promedio vive cada día. Siempre protegiéndose exageradamente de los “peligros” que conlleva la vida citadina, cuando la mayoría de las violaciones se cometen en el seno familiar bajo el calor del hogar.

Una amiga a quien quiero mucho no pudo asistir. La excusa era el asunto de la violencia. No tanto asunto de ella sino que su mama preocupada por la mercadotecnia de violencia no le pareció la idea. Mi amiga por no preocuparla opto por quedarse en casa.

Carne asada, Rock Band, curas y un poco de historia y costumbres rurales que el Regio Promedio no conoce.

Paso la noche en casa de unos amigos. Claro, con unos pocos fantasmillas.

Sábado. El Clásico partido patético.

Solo duermo un par de horas. A trabajar y sin almorzar por la urgencia del trabajo. A medio día termino en el cruce del Libramiento y Carretera a Escobedo. Orino en el monte y se me monta un huésped, un gusanito que en mi vida lo había visto. Viajo con el todo el camino y lo abandono en San Nicolás.

Cansado espero el colectivo en la Uni. Se respira el clásico Regio. Desde las 3 de la tarde siendo el partido ya tarde se cocinan los perros y las burguers. Todas mosqueadas y asoleadas además de polvorientas. Llega la TV. Reunión de la gente de seguridad y de venta de cerveza en el estacionamiento. Mientras viajo veo mucha afición con una esperanza.

Llego a casa y duermo poco sino es que nada. Recibo la llamada de mi amigo el Diokiz. El plan era asistir a García y agarrar el pedo con mi amigo Beto Garza. El Diokiz me propuso ver el juego por red en su casa.

Corto de lana recién bañado en una esquina un desconocido me saluda de lejos mientras viaja en su coche. Me pregunto la situación. Casi de inmediato me di cuenta que tenia pantalón azul y camisa blanca. “Debió de ser un hermano rayado” Pensé.

Hago mi pronóstico y mi cell falla no dejando salir el post en el face. Me cayó de perlas, como una premonición electrónica no dejo que posteara 4-2 a favor de rayados. Alucinaba. No esperaba que fueran tan pedorros.

Llego a casa del Diokiz. Me cuenta que se cayó de la bicicleta y tiene daño en una costilla. Es mucho pedo ver el clásico por red. Nos disponemos a echarnos unas light versión Caguamon en el porche. La brisa casi a la par de la Laredo se siente tenue. Muchas familias se congregan en las calles, unos viendo el juego otros festejando algo. Tal pareciese que ese día es noche Regia, una noche sin violencia, convivio familiar y cotorreos extreme. Todo envuelto con papel de regalo por el Clásico partido patético. Regalo que al abrirse te das cuenta que no necesitas dicho regalo, no necesitas un pinche Cerote, casi casi como si te lo ventaran en la cara. Casi como comerse una burguer mosquiada afuera del estadio.

Me retiro de casa del Diokiz. Me ofrece como buen amigo a quedarme a dormir pero me niego. A falta de taxis se ofrece acompañarme a lo que insistentemente me negué. Al dejarme una cuadra lejos de su casa veo a tres tipos caminar hacia mí. Una camioneta se les empareja y de ella se bajan dos y los empiezan a corretear. Paso justo al momento de la situación cuando se bajan los tipos y como si no existiese se dirigieron a su objetivo así sin más.

Cada quien su jale. Yo al cotorreo de fin de semana, el aficionado a su falsa esperanza estúpida, los malitos a su trabajo, los militares al suyo.

Así fue mi fin de semana Regio. Con todos los matices que conlleva estar en esta ciudad. Tan llena de variantes culturales, de malandros, de gente pendeja, de gente feliz y de gente asustada, de gente Regia.

Después de cancelar un menudazo en la Zapata en Salinas, voy rumbo a

Garcia.