jueves, 28 de abril de 2011

Chavo Jones. La Casa que olía a flores.


He estado en supuestas casas embrujadas. Muchas de las veces el concepto que se tiene de ellas y el hecho de la gente que la visita hace que se sienta muy fuerte la vibra. No dudo de que sucedan cosas paranormales, pero al pasar el tiempo he determinado que es la gente la que la llena de esa energía que se siente al entrar y no los espectros. Su no fuese así, entonces a todas las casas que visito, de parientes y amigos, estarían embrujadas ya que en cualquier lugar veo los fenómenos.

Por motivos expedicionarios fuimos a una casa. La antigüedad era de por lo menos un siglo, sus paredes tan gruesas alcanzaban el metro de grosor. No detallare ubicación ni de quien pertenece.

Todo normal. Fue el inicio de las ondas esotéricas donde para tranquilizar los egos y avaricias se procedió a hacer un rezo para alejar de esos pensamientos al grupo. No diré quien fue, ya que aún es confidencial. También cabe decir que fue el inicio donde tenía que picar en todos los entornos debido a la discordia del grupo y tener que empezar lidiar con todas las ideologías.

Varios puntos se marcaron. Volvían y se alejaban. Todo indicaba que había algo que nos movía los indicios o provocaba los mismos marcajes. Una vieja muñeca de porcelana yacía en el comedor de la casa. Fuimos al patio y lo encontramos muy interesante. Históricamente tampoco puedo decir la importancia de esa casa, pero era ideal para saber más de lo desconocido.

Me separaba del grupo de vez en cuando. Algunas veces me sentía inquieto pero la mayoría estaba todo tranquilo. Fue en una de esas ocasiones que me separe y que todos estaban en el patio cuando estaba en la puerta que conlleva a uno de los cuartos de la casa. Ya me habían dicho de todo lo que sucedía en la casa de cuando se habitaba. El problema tenía décadas. Esperando tener un contacto me concentraba tratando de esperar una señal de que algo me acompañase. Nada.

Me disponía a reunirme con el grupo con toda la normalidad. A dos pasos y medio del lugar sentí una fuerza detrás de mí que me obligo a voltear rápidamente. No había nadie. Solo la cortina que dividía el cuarto bamboleaba. Le eche la culpa al poco viento que soplaba en el interior. Esa mirada mía fue como si alguien me hablase pero que no lo escuchara, como si me clavaran la mirada de un golpe.

Dos tipos del grupo en pareja deambulando por la casa entraron al mismo cuarto. Nunca platicamos hasta el momento de mi experiencia. Ellos al entrar sintieron un fuerte olor a perfume y alcohol que duro unos minutos.

Al retirarnos agarre la muñeca de porcelana misma que tenía el rostro quebrado, la pose en la cama el cuarto y me retire. El objetivo era regresar de nuevo y ver la posición de la muñeca para ver si había sido movida. No regresamos al lugar por discordias entre los dueños del lugar, pero aun está en la mira el punto mientras se calmen las cosas.