Los Marmolejo, como conocían en el pueblo a mi abuelo y a mi tío, también se protegían uno a otro y de esta forma trabajaban sus tierras, que eran conocidas como los temporales de los Marmolejo y que sembraban provechando las lluvias y así empleaban los días libres, sin dedicarse exclusivamente a la agricultura, pues mi tío Ignacio era maderero y también era curtidor de cueros de res para convertirlos en vaqueras para las sillas de montar o equipos de arneses para las caballerías de diligencias, carros y carretones, en tanto que mi abuelo Cornelio era carpintero y carrocero, fabricaba muebles propios de la época.
Los dos hermanos vivían con su familia en este pueblo, que al formarse fue “El Valle de la Merced”, después se llamó el Valle de San Juan Bautista, después Pesquería Grande (época en que ellos vivieron) y el 31 de marzo de 1851, lo elevaron a la categoría de Villa y el nombre de García fue en honor del Lic. Joaquín García García, originario de este lugar y que fue Gobernador del Estado en dos o más ocasiones.
El descubrimiento.
Había veces que los Marmolejo tenían que ir a cortar madera a la parte boscosa después de terminar los trabajos más urgentes en el área de agricultura y que cuando estaban cultivando veían siempre al lado sur de donde se encontraban que en el cerro había dos cavernas a un poco más arriba de la mitad del cerro, al parecer profundos, y siempre tenían la tentación de subir a explorarlas haciendo planes y proyectos, pero siempre estaban ocupados y fue hasta a mediados del mes de enero de 1843, cuando sin pensarlo mucho y aprovechando que ese día no hacia frio a pesar de que era invierno, tampoco había amenaza de mal tiempo, caminaron hacia la falda del cerro: después comenzaron a subir hasta alcanzar la cueva grande, que era la más accesible y al llegar a ella, quedaron maravillado de su grandeza, su frescura y tranquilidad, avanzaron más y notaron que por el lado izquierdo de donde estaban, las paredes de roca maciza estaban más obscuras, se acercaron más y sintieron una corriente de aire frio y húmedo que salía de la cueva que se prolongaba al interior a través de un reducido arco natural. Allí se dieron cuenta que las rocas estaban cubiertas de lama o musgo muy pequeño, producto de la humedad que través del aire constante dejaba en esa parte. Observaron con cuidado todos los puntos, no había signos de que alguien hubiera estado ahí, el techo de la cueva no presentaba peligro de desprendimiento, solo se apreciaban pequeñas filtraciones de agua, el piso era de tierra suelta y seca mezclada con pequeñas piedras, y solo había ese silencio y esa tranquilidad de misterio que es propio de lugares abandonados. Poco a poco fueron tomando confianza y venciendo el temor natural a lo desconocido, hasta colocarse bajo el arco que conforma la entrada, donde la presión del aire frio se torna más fuerte y aprovechando la luz de día, de la entrada pasaron al interior y se ubicaron en el haz de la luz tenue, dejaron de sentir la corriente del aire y a todos lados había obscuridad y silencio, tinieblas tan absolutas que no se daban idea donde terminaba esa gran cueva.
Estaban tan sorprendidos por todo aquello que inconscientemente bajaron la voz para hacer los comentarios obligados del momento, o lo hicieron en señal de respeto que aquella grandeza imponía. Por la corriente de aire suponía que esa gruta tenía que tener otra entrada, pues solo así se explicaba ese fenómeno. Minutos después de permanecer en aquel lugar, se fueron acostumbrando al medio y empezaron a oír leves ruidos por diferentes puntos y después se dieron cuenta que esos ruidos eran producidos por las filtraciones de agua, que en gotas se desprendían de las estalactitas, así también en medio de aquella obscuridad fueron acostumbrando su vista y aparecieron ante ellos figuras blancas de estalagmitas que como guardianes de aquel palacio silenciosamente los hubieran estado observando.
Después de algunos comentarios acerca de este lugar, y sin poder avanzar más por no tener luz, pues no tenían planeada la visita, decidieron salir de aquella obscuridad no sin antes planear volver con equipo de luz, cuerdas y más personas como apoyo a esta aventura que a ellos les impacto y les causo una gran satisfacción.
Después de que llegaron al pueblo, con la novedad de la existencia de esa gran cueva, hicieron muchos comentarios a sus familiares, amigos y conocidos. La noticia se fue haciendo grande y casi todos al oír los relatos se ofrecían voluntariamente para la siguiente exploración.
El tiempo pasa y los Marmolejo siguieron su acostumbrado trabajo, en ocasiones juntos, otras veces separados, cada quien dedicado a lo suyo, mi tío construyo con la ayuda de mi abuelo en su temporal, un pequeño cuarto de piedra y fueron muchas las veces en las que los hermanos se protegían del frio y de las lluvias en aquella casita y el propósito de volver a la cueva no se realizaba, hacían planes para volver, pero por distintas razones no lo hacían como siempre y así los comentarios en relación a la cueva se fueron extendiendo a través de sus amistades hasta llegar a oídos del Sr. Cura del Pueblo (Pesquería Grande).