miércoles, 27 de abril de 2011
Chavo Jones. Venadeados.
Era un rancho de más de siglo y medio. Mucho se decía de ahí. Había hasta 3000 chivas decían, pero no concordaba ese volumen por la época.
Aquel ranchero era muy cruel con sus trabajadores según relatan. En el lugar habían violado a cientos de mujeres y matado a niños. Sin una base sólida de lo que se decía nunca creí esos relatos.
Un fin de semana fuimos a ese antiguo rancho. De lo que quedan solo las cimentaciones de viejas Tapias. Ya gran parte del terreno estaba poblado por terrenos campestres, si así pudiesen llamárseles. Los lugareños de la zona poco iban a sus terruños y eso nos facilitaba las cosas.
Pepito y Misa ya habían ido a la zona. Partimos en dos grupos y en uno de ellos iba yo junto a Pepito, Juan Hipnosis, otro pelado el cual omitiré el nombre y su hijo, además del hijo de un amigo.
Como era costumbre Pepito no dio con el lugar, solo suponía y nos hizo caminar un buen guiándonos como si fuera la primera vez de pisar el terreno con las varas. Encontramos toda una serie de puntos, marcaba por doquier. Ahora sabemos que hasta una bala se puede encontrar con las varas. La zona se estableció como especial. Hubo puntos muy interesantes por la geografía del lugar.
Estábamos llenos de dudas y optamos por retirarnos debido a que Juan Hipnosis no confiaba en los dos chavales que nos acompañaban. Aun siendo de día, sabíamos que los chavales no tenían cabida en el lugar, por ser frágiles ante las presencias paranormales. Fue un error haberlos llevado.
Llegando el otro grupo nos retiramos y salimos del lugar en solo unos pocos minutos. La falta de memoria de Pepito nos hizo caminar a la llegada demasiado.
Volvimos al punto otro día ya de noche. No confiábamos en nuestro alrededor debido a la posible presencia del crimen organizado. Me había memorizado la zona y de noche aun la reconocía. No obstante al dirigirnos a un punto específico optaron por guiarse con las varas cuando ya estaba establecido, según el grupo para no tener falla de extraviarse en la noche. Siempre me opuse a ello pero estaban aferrados en usar las varas.
De tanto caminar por el monte pepito opto por bajarse los pantalones y sacarse una espina que se le había enterrado cerca del huevo derecho.
Al cruzar una cerca por debajo Juan Hipnosis me halago diciéndome que parecía militar por la forma de haberla cruzado. Una pasada muy fina sin tocar el alambrado.
Apunto de llegar al punto de tanto usar las lámparas, nos divisaron a los lejos un velador de una quinta cercana y nos aventó un spot light muy potente, que llegaba a más de 100 metros. Nos emocionamos por el acto.
Juan Hipnosis.- Ya valió madre nos están aluzando agáchense.
Todos agachados nos quedamos estáticos cuando vimos que el pelado se acercaba con la lámpara. Optamos por movernos del lugar pero la lámpara nos seguía.
Joaco.- Pónganse al tiro no vaya a tirar.
Misa inmediatamente se tiro pecho tierra como esperando el sonar de un rifle. Optamos por retirarnos del lugar y con la luz de nuestros celulares alumbrábamos en camino. Extrañamente sin luz ninguna espina se le clavo a nadie. Llegamos al alambrado y tarde por lo agitado de la acción pasar la cerca debido a la chaqueta con que contaba. En el ir a camino forzado a Juan Hipnosis se le había extraviado el péndulo.
Extasiados y emocionados por el evento llegamos a la camioneta y fue hasta ahí que empezamos a reír por la situación.
Ya había sido suficiente por esa noche. De regreso a la guarida, nombre que se le dio a mi casa por ser el punto de reunión del grupo, íbamos en la carretera…
Pepito.- Nombre fíjate, nos hubiéramos quedado ahí al cabo no creo que se hubiera pasado el arroyo el pelado.
Chavo.- Si Pepito, tú eras el primer culo que iba adelante.
Risas.
Más de rato…
Misa.- Fíjate que ya dio hambre, tengo un chingo de hambre.
Chavo.- ¡Comete esta!!!!
Risas.
Fue la primera aventura que conto el grupo expedicionario, la primera de muchas.