Llegando al Volcán en el coche de Marco los gendarmes se disponían a prepararse para tomar sus posiciones. Aun era muy temprano y había cierto aire tenso. La chica bonita que no sabe ni que puto pedo pero que ahí está. La edecán buenota que sabe lo que se carga y es indiferente ante las miradas. Los juegos interactivos como le llamaba Marco a los tipos que jugaban con reservas a la red, o la reta ante una chica güerita atlética en una mini cancha. Juegos interactivos. No conozco algún juego que no sea interactivo, ni el solitario, pero bueno, así los conocen.
Era en la zona de preferente donde serian nuestros lugares. Al parecer en la zona sur. Cosa rara, dentro del estadio todo mundo sabe donde está el Norte o el Sur, pero ni de coño la gran mayoría de los Tigres en la ciudad sabrían en donde chingados están según los ejes.
Al entrar por un costado Marco extravió su pase. Casi 5 minutos entre sus ropas se anduvo buscando. Mientras, veía como un soldado que la hacía de guardia de la base militar aledaña al estadio platicaba muy ameno con una vieja. A lo lejos se prendieron los dispositivos de seguridad. El personal hablaba por radio. De civiles muy pocos, Marco, yo y unos 10 mas. Esperábamos que Marco encontrase entre sus ropas el pase. A lo lejos, se acerca un autobús. Eran los pinches Tigres que llegaban al estadio.
Por fin Marco encontró el boleto. Antes ya le había dicho que como ya me había dado mi pase el se changaría, que yo no viaje por tres cerros para no poder entrar. Se lo dije en serio y él se puso algo nervioso por la situación.
Creo que se llamaba Hugo. Un niño a lo que me hacía alusión una chica pidiéndome lana, para el tal Hugo. Marco me monto al par de chicas que me dijeron que apoyara al tal Hubo. Yo les cuestionaba que quien era el mentado, ellas sorprendidas me preguntaban que a poco no conocía a Hugo, que había salido en la Tele y que era muy sonado su caso. Solo atine a decirle. “No tengo tele mija” – “¿Cómo que no tiene tele? No le creo”-. Fue su contestación. Que patética situación. Para acabar con el tema ya que se estaba alargando opte por darle diez pesos. Estaba a punto de echarle cuando la otra chica me dice que también le eche a la caja de ella. Les dije, “nah tampoco, ni siquiera conozco al morro” Me metí la mano a la bolsa y cambie el de a diez por dos de cinco y así les di la misma cantidad repartida.
Al entrar a la zona de seguridad me di cuenta que la gente veía mi situación con agrado.
Una pequeña bascula y a subir las escaleras y entrar al recinto. Mientras caminaba pensaba en todo lo que se había dicho del estadio hace 15 años cuando se estaba cayendo y que según lo remodelarían. Marco pensaba mucho sobre el lugar indicado en el cual estaríamos hasta que se decidió.
Sentándome me dije “¿Qué hago aquí? Poco a poco se empezó a llenar el estadio. Marco por su parte separo 6 asientos para sus camaradas que llegarían más de rato. Al llegar la gente preguntaban por los asientos separados y al no haber buena respuesta unos tipos atrás de nosotros les mencionaron que arriba con ellos sobraban dos. Marco solo atino a decir. “Ves la hermandad de un tigre”
Después de un momento de desesperación ya que como lo mencione era muy temprano, me sentí un poco incomodo. “Ok a qué hora va a empezar el concierto” Me dije. Y es que eso es lo que parecía, un previo de un concierto donde vez chingos de viejas bonitas y pendejas, claro que en el tema. No siendo morboso no pude desviar la mirada varias veces. Era demasiado, parecía un evento de Arjona que un juego de futbol.
Los tigres salen a calentar. Unos aplausos secos a lo lejos. Silencio. Tal parece que solo van por compromiso, tal parece que la mayoría son abonados. Hay gente que se les olvido su Black Berry, para hacer los cálculos de en qué condiciones calificarían. La misma historia de siempre, a última hora dependiendo de los demás equipos.