martes, 14 de septiembre de 2010

Eran buenas épocas.

No hace mucho tiempo en las comunidades los hombres eran de ley, las mujeres amantes de la cocina y respetuosas por sus maridos además de preocuponas. No me refiero en los hombres que respetasen la ley, sino que eran hombres de palabra y se podía confiar en ellos en muchos aspectos.

El destino me marco para crecer en la Consti, siendo un poco campirano el asunto el día de baile, era por más obvio que habría pelea. No era de otro mundo, en los bailes se trataba de un duelo a puño limpio y cuando se atravesaba demasiado alcohol una que otra silla volaba por los aires.

Así eran las peleas al menos en los bailes. En las calles era algo parecido pero con armas. Entre las más usuales eran las cadenas, chacos, manoplas y pica hielos. Ahora abundan las armas de fuego y las piedras.

Lo mismo pasaba en las cantinas, se cerraban para “organizar” peleas por X vieja que le gustaba a X pelado. Después de la pelea a dos o tres días del evento, como si nada hubiera pasado.

Eran buenas épocas.