domingo, 29 de enero de 2012

Carambola Rock Bar. La última serie. Cap. 4.


La banda regreso y siguieron con lo mismo, algunas veces se subía Lupillo a cantar y muchas otras solo se avocaba a apreciar el evento, inclusive ya el mismo dudaba si volvería a cantar en una de esas sentadas entre el público.

El Baterista como siempre estaba en lo suyo, instando a la raza para que se prendiera. No sé si era la presión de la noche, la visita de algún representante artístico o sepa vergas pero se notaba como el baterista se desesperaba ante las fallas técnicas del guitarrista, el Fer. El bajista estaba más apagado que la semana pasada, esta vez no sentía para nada la música pero hizo su trabajo con dignidad. El Lupillo por su parte no pude notarle algún defecto, al contrario, como cantante fue creo a mi parecer de las veces que lo he visto su mejor noche. Siendo que no canto todas por las intervenciones de los invitados, la imagen de Lupillo hasta el final reflejaba ese compromiso con el público.

Quedo lejos aquella imagen patética cuando mi amigo Marco desesperado por el triste ambiente una noche hace unos años, le aventó una servilleta echa bolita a la cabeza. Estábamos en aquella ocasión en la primera fila. Como todo un profesional aguanto la presión que muchas de las veces le dábamos a los grupos, y que en otras nos encontrábamos eufóricos por el éxtasis del ambiente. Claro está, algunas veces aplaudiendo con una sonrisa y casi una lagrima en los ojos ante perfectas interpretaciones como aquel Tributo a Deep Purple en el Carambola. Noches que nunca se olvidaran por lo mágicas que fueron, y que en esta ocasión sucedería todo lo contrario a tal grado, que sentíamos o al menos yo, un poco de lastima en lo que se había convertido el lugar al permitir esa falta de profesionalismo.

Recuerdo aquellos días con el dueño de la Cantinucha, que para su desgracia el único premio que tanto anuncio en la noche que regalaría estaba en una de las sillas. Su desgracia era que para colmo estaba en la mía. Para esto el dueño le pegaba al Bonham y siempre quería tocar la batería, al descubrir el ticket de la bebida me levante y le mencione al publico “Dios Existe!!!” El público se emociono por que había encontrado el ticket claro está, tres rolas después del anuncio del premio, y eso porque ellos sabían que estaba en mi silla y me dijeron. Cuando veo el premio, una mísera bebida, se lo enseño desde mi silla al dueño quien como mencione estaba en la batería “Para esto haces tanto pedo!!!!” Por cierto, el resto de la noche me puse el ticket en la frente sudada por el inmenso calor en señal de protesta.

Cuando regreso Rafa a la administración del Carambola muchas cosas cambiaron. Ya habíamos olvidado al dueño de la Cantinucha, pero siempre nos quedo esa obscura sombra de su rostro como si la tuviéramos constantemente en la mente como la de Juan Ramón Palacios, cagante, pedante y estúpida.

La noche del sábado 28 de enero en el Carambolas marcaria un parte aguas, en el hecho de que si tendría el valor de regresar de nuevo, o me valiese.

CONTINUARA…