martes, 27 de diciembre de 2011

Chavo Jones. La Quinta.


Nos contactaron con sigilo. Para desgracia o fortuna de él, Pepito era el contacto. Se trataba de una quinta en el Casco de García. La persona que nos contacto por más que obvias razones me reservo su nombre, que de hecho, por lo general va a García de incognito.

Juanito no tardo en pegarle a la mamada y me presento como el brujo del grupo. Mi pero y conocimientos en el tema en general no tanto en brujería me daba cierta presencia que el contacto se fue con esa idea. Siempre habría que tener la malicia de pegarle al Indiana Jones por una manera decirlo, sacar las curas.

Entramos a la Quinta de noche solo para inspeccionarla con los aparatos. Vimos dentro del hogar varios puntos. Se sentía un silencio tenso mientras hacíamos nuestras pruebas. Fue la coincidencia del contacto con sus experiencias paranormales que coincidió la tecnología con sus vivencias. Ello le daba seriedad a nuestro contacto hacia nosotros. Pero eso no significaba que destruiríamos su sala y cocina para lograr el objetivo.

Solo íbamos Pepito y yo. Le pregunte al contacto la actitud de su perro, ya que le mencionaba, era vital en el análisis del entorno. Nos menciono que nunca entraba a la Quinta. Siempre se mantenía en la puerta principal día y noche. Eso me llamo la atención de que algo sucedía dentro de la Quinta, tanto en el área de los Nogales como de zona que se usaba como pista de baile. Realmente había mucho terreno para esparcimiento del perro, no era una casa pequeña. Con los roedores comunes lo mas razonable es que se entretuviese en el patio, pero nunca lo hacia.

Lo salude con buena cara como comúnmente lo hago con las personas, hasta le hable de guey para que me agarrara confianza. Se mostro muy gustoso de nuestra presencia. En compañía de el trataba que agarrara confianza y me acompañara a la parte de atrás de la quinta, pero por mas que le insistía el perro se negaba. De hecho dejaba de mover su rabo al ver hacia el fondo. Con ello me decía que estaba sumamente asustado de lo que veía en la parte de atrás de la quinta.

Me fui solo y en medio de la oscuridad cerré los ojos. No pude sentir nada, pero cuando los habría sentía una fuerte presencia en las paredes que conducían a los vecinos, como si alguien me estuviese observando. Sabia que estaban abandonados esos terrenos y que no había gente en ellos, pero ese sentimiento se me daba muy común y realmente le hacia mucho caso.

Dimos con varios puntos. De hecho el contacto nuevamente nos lo oculto y posteriormente nos dijo lo que había pasado en esos puntos, como la lumbre que algún día vio. En posteriores visitas se nos unió Misa, quien apenas se hacia experto en el uso del Péndulo. Determino la parte central de la pista de Baile la cual le provoco un escalofrió que se lo transmitió a Pepito. Realmente a los escalofríos yo no les hacia mucho caso, no era mas que un miedo exacerbado de lo que estaban practicando.

El contacto le llamo a un conocido de el quien es Chaman de la alta escuela, originario de Cuba. Analizaría posteriormente la foto que le mandaba por teléfono de la zona donde Misa había concluido de una presencia.

Ya cuando acordamos retirarnos yo era el ultimo en salir de la zona de los Nogales cuando a un costado de la casa escuche un golpe. Volteo y no había nada. Era por demás razonable que no querían que nos fuéramos. Analizando la situación se dio por sentado que un túnel pasaba por debajo de la misma, de los que se hicieron en la época de la revolución.

Nos despedimos y sentí un poco de lastima por el perro del contacto. Me despedí de él acariciándole la cabeza esperando que no tuviese una noche muy pesada.

Ahí sigue la Quinta, esperando al grupo para su próxima expedición a lo desconocido. Pronto habrá mas detalles al respecto.