martes, 2 de diciembre de 2014

La maravillosa historia del pajarito y el chilito.

 Hubo un tiempo, en que un pajarito vivía en toda la región de Eurasia, además del norte de África. Con canto variado y alegre, (seguramente por ello) fue traído por los españoles a América. Se adaptaron a los diversos climas de América del Norte y llegaron hasta Panamá viviendo felices por siempre. En el proceso de adaptación, -así lo quiero creer,- se alimentaron de un sinfín de frutos muy diversos. Muchos de ellos perecieron, América les ofrecía frutos venenosos que les costaba la vida, pero aprendieron de ello al pasar el tiempo.

Hubo un tiempo, -indefinido desde luego-, que en la región actual de Tabasco, una planta se desarrolló al paso del tiempo por medio de la evolución, alguna infección bacteriológica espacial, o simplemente creada por dios; como se les dé el antojo su creación. Esa planta algún día se topó con aquel pajarito traído de Europa, y fueron inseparables hasta nuestros días.

El pajarito comía el fruto de esa planta, y su semilla debido al proceso de digestión del pajarito, germinaba y se esparció por parte del territorio mexicano, donde las condiciones propicias estilo Tabasco, la podían mantener viva. Así, viajando poco a poco, por muchas generaciones de pajaritos que gustaban del fruto de aquella planta, la esparcieron a la zona del monte de Nuevo León.

Así, surgió el Chile Piquín en Nuevo León, y así, surgió el nombre de aquel Pajarito como Chilero, quien también tenía otros nombres más ad hoc a sus orígenes, como Gorrión Ingles.

El que tengas que hacer una salsa de Chile Piquín en la licuadora, es una falta de respeto a aquel Pajarito feliz que siempre vez al salir de tu casa.