Un día Adolfo en compañía de Joaco fueron a comprar carne para asarla en compañía de sus respectivas familias. Las mujeres como cuentan ellos, estaban en casa preparándose para el convivio y mientras estos estaban sobre la botana y la cheve cerca de donde se encontraba una gasolinera.
Fue ahí cuando llegó una amiga de Joaco en compañía de otra chica.
Mirtala.- ¿Qué onda que haciendo?
Joaco.- Nada aquí cargando gas.
Mirtala.- ¿Que onda vamos a agarrar el pedo?
Joaco.- Nambre es que estamos sobres de un tiro no podemos.
Mirtala.- Ándale no seas culo.
Joaco.- ¿Como ve primo caemos o qué?
Adolfo.- Pos un ratillo, que tanto nos podemos tardar.
Así siguieron el vehículo en el que iban las chicas. Agarraron carretera y en la falda de un cerro se pararon a la sombra de un árbol. Las viejas sacaron la hielera que estaba hasta el tronco de mierda --(según palabras del Joaco)-- que empezaron a agarrar el pedo.
Adolfo y Joaco andaban muy quitados de la pena bateando a las chavas cuando después de un rato se baja un guey del carro de las viejas. Estos no se habían dado cuenta que tenían a un tipo en el asiento trasero bien pedo, mismo que era dueño del carro de las chavas.
“Jijos de su pinche madre aparte de que me bajan las viejas se están chupando mi cerveza”
El tipo desconocido iba muy molesto sobre Joaco aludiendo que habría pelea. En eso sale al quite Adolfo agarrando un bote.
“¿Qué quiere hijo de su pinche madre? ¡Lléguele a chingar a su madre o lo mato!!!
El tipo se regreso al carro bien culeado y arranco.
Eso fue pardeando. Se habían topado a las chicas en la gasolinera alrededor de las 5 de la tarde. Regresaron a casa después de las 5 de la mañana. Con profundo coraje la vieja oficial del Joaco.
“¿Donde andabas? Si solo fuiste por la carne. Ahí andan pasando hambre que se durmieron sin cenar.