La banda
regreso y siguieron con lo mismo, algunas veces se subía Lupillo a cantar y
muchas otras solo se avocaba a apreciar el evento, inclusive ya el mismo dudaba
si volvería a cantar en una de esas sentadas entre el público.
El Baterista
como siempre estaba en lo suyo, instando a la raza para que se prendiera. No sé
si era la presión de la noche, la visita de algún representante artístico o
sepa vergas pero se notaba como el baterista se desesperaba ante las fallas técnicas
del guitarrista, el Fer. El bajista estaba más apagado que la semana pasada, esta
vez no sentía para nada la música pero hizo su trabajo con dignidad. El Lupillo
por su parte no pude notarle algún defecto, al contrario, como cantante fue
creo a mi parecer de las veces que lo he visto su mejor noche. Siendo que no
canto todas por las intervenciones de los invitados, la imagen de Lupillo hasta
el final reflejaba ese compromiso con el público.
Quedo lejos
aquella imagen patética cuando mi amigo Marco desesperado por el triste ambiente
una noche hace unos años, le aventó una servilleta echa bolita a la cabeza. Estábamos
en aquella ocasión en la primera fila. Como todo un profesional aguanto la presión
que muchas de las veces le dábamos a los grupos, y que en otras nos encontrábamos
eufóricos por el éxtasis del ambiente. Claro está, algunas veces aplaudiendo
con una sonrisa y casi una lagrima en los ojos ante perfectas interpretaciones
como aquel Tributo a Deep Purple en el Carambola. Noches que nunca se olvidaran
por lo mágicas que fueron, y que en esta ocasión sucedería todo lo contrario a
tal grado, que sentíamos o al menos yo, un poco de lastima en lo que se había convertido
el lugar al permitir esa falta de profesionalismo.
Recuerdo
aquellos días con el dueño de la Cantinucha, que para su desgracia el único premio
que tanto anuncio en la noche que regalaría estaba en una de las sillas. Su
desgracia era que para colmo estaba en la mía. Para esto el dueño le pegaba al
Bonham y siempre quería tocar la batería, al descubrir el ticket de la bebida me
levante y le mencione al publico “Dios Existe!!!” El público se emociono por
que había encontrado el ticket claro está, tres rolas después del anuncio del
premio, y eso porque ellos sabían que estaba en mi silla y me dijeron. Cuando
veo el premio, una mísera bebida, se lo enseño desde mi silla al dueño quien
como mencione estaba en la batería “Para esto haces tanto pedo!!!!” Por cierto,
el resto de la noche me puse el ticket en la frente sudada por el inmenso calor
en señal de protesta.
Cuando
regreso Rafa a la administración del Carambola muchas cosas cambiaron. Ya habíamos
olvidado al dueño de la Cantinucha, pero siempre nos quedo esa obscura sombra
de su rostro como si la tuviéramos constantemente en la mente como la de Juan Ramón
Palacios, cagante, pedante y estúpida.
La noche del sábado
28 de enero en el Carambolas marcaria un parte aguas, en el hecho de que si tendría
el valor de regresar de nuevo, o me valiese.
CONTINUARA…